El final

Sin mucho ánimo llegó hasta su cama, se sentía tan cansado, agotado de estar vivo, su corazón daría sus últimos latidos esa noche...

La vida le había jugado una mala pasada, de la cual, él jamás se recuperaría, sin saber cómo, había perdido 6 kilos de peso en un mes, aunque frente al espejo se veía igual, demacrado, la piel seca, el cabello quebradizo, esa expresión vacía que le ocultaba a los demás y aunque la hubieran notado, no le dirían nada.

Era el hecho de existir, de tener que arrastrar su cuerpo, de tener que dar explicaciones, de tener que ver a los ojos a los demás, ya estaba cansado, ya no tenía ánimo suficiente, bebía tan poca agua que era incapaz de producir lágrimas...

Su cuerpo estaba cesando su función, aún cuando no estaba al límite, él sentía que era hora, siempre imaginó este momento, antes de ir a la cama, se dió in último baño, usó ropa nueva y limpia, sabía lo vergonzoso que sería cuando le encontraran, quizá su cuerpo estaría en mal estado, por lo menos la ropa lo haría lucir menos deprimente.

Durmió un poco, su estómago le pidió alimento, pero no se lo dió, simplemente esperó a que la sensación pasara, así fue.
Esa misma noche, todo era silencioso, como si todo alrededor hubiera confabulado para su partida.

En su habitación a oscuras, veía un pequeño rayo de luz colarse por su ventana y pensaba en el pasado, recordó los momentos más amargos y dolorosos de su existencia y recordó también todos esos buenos momentos, su primer beso, el primer amor, sus amigos, la compañía de su familia...
Y pensó nuevamente en lo que él llamaba destino, estaba sólo, simplemente existiendo, por una larga cadena de casualidades, el dejar de existir no haría ninguna diferencia y eso lo tranquilizó.

Recostado esperó el final.
Si mente dió la última orden a su cuerpo, a cada miembro, a cada órgano, el último en reaccionar fue su corazón, dio el último latido y eso fue todo, conforme el paso de las horas su cuerpo se enfrió, no había mucha diferencia, parecía dormitar, cómo si al día siguiente fuera a levantarse y seguir con su rutina.

Sin expresión en el rostro, como cuando aún se movía, sus músculos entumidos, rígidos, los labios morados, la piel pálida, el último año aún con vida, lucía igual...


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