MELANCOLÍA

 

Simplemente se sentía triste.


No sabía el por qué, no era por alguien. No era por recordar el pasado concretamente, no era por esa película que hace 10 años le había hecho llorar, simplemente sentía un vacío en su pecho, como teniendo ganas de gritar, pero de repente se hubiera quedado sin voz, sentía esas ganas de salir corriendo, pero sin saber a donde.


Por su ventana se colaba el humo del cigarro de alguien, esa extraña sensación de saber que el humo era el producto de la combustión del tabaco, y que había pasado por el interior de alguien más, sólo para ser expulsado como la nada, como un desecho, humo que se disolvería y se volvería a integrar a la atmósfera y que en algún momento alguien más lo volvería a respirar.


En su habitación, pensando en cual podría ser la causa de esa angustia que sentía, se puso a recordar, el pasado y el presente, ese instante después de justo un segundo, y pensaba, de nuevo, ahora ya es pasado, no te puedes aferrar, no puedes permanecer, era como tratar de retener el agua entre las manos, es casi imposible…


De repente se imaginó en partir, pero se encontró con varias dificultades: ¿A dónde? ¿Cuándo? ¿Qué necesitaba? ¿Tendría el valor de partir sin alguna compañía? Pero la cuestión más importante era: ¿Por cuánto tiempo?



Nunca se había ausentado por tanto tiempo, siempre regresaba, como para terminar sus pendientes, con esa sensación de tener a dónde llegar, de que alguien le recibiera, nunca supo si eso sería verdad o mentira...

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